El sonido en la sierra Tarahumara de Chihuahua cambia drásticamente en Semana Santa. Cientos de tambores tradicionales, hechos a base de cuero de chiva y madera de pino, retumban acompasados con el latido del corazón de miles de indios rarámuris (tarahumaras) que bajan de lo más alto de la sierra o suben de lo más profundo de la barranca con rumbo a la misión de Norogachi.
Ahí se reúnen todos ellos en torno a la danza y el tesgüino, bebida espiritual hecha a base de maíz fermentado bajo tierra.
La embriaguez engulle el espíritu religioso de los indígenas tarahumaras de Chihuahua, quienes celebran a su manera la Semana Santa.
Para ellos lo más importante de la fiesta es danzar para llamar a los buenos dioses y emborracharse hasta la saciedad para sacar al Judas que todos, dicen, traen adentro. el mestizo o chabochi.
Durante días, miles de indios rarámuri (pie ligero) vienen de sus lejanas comunidades tocando diestramente sus tambores, avisando a las otras comunidades que sus familias estarán en la fiesta de Dios, para correr al diablo.
En Norogachi, dentro del municipio de Guachochi, los indios danzan las 24 horas del día. El espíritu de Dios y el tesgüino los hacen aguantar las largas jornadas de brincos y saltos, para soportar al judas que les pega con su vara, con su lazo, "porque es muy vago y malicioso, el diablo en fin", comentan.
Antes, la ceremonia se centra en los jerarcas de la fiesta, quienes como rito de iniciación se pintan manchas blancas en el cuerpo, por eso los llaman "los pintos".
Eso los señala como los líderes de su comunidad, los más sabios, los más viejos, los más respetados por todos.
Los tambores en la noche son acompañados por gigantescas fogatas que los invita, en su día artificial, a seguir danzando.
El viacrucis se hace alrededor de la iglesia y se recorren las 12 estaciones en arcos hechos con ramas de pino y encino.
Antes, el fiestero o líder de la danza arroja tesgüino a los cuatro puntos cardinales.
Pero los deben acompañar también los pascoleros, los gobernadores, los soldados, los músicos, los fariseos y los pintos, en una mezcla que embriaga igual que el tesgüino.
La fiesta termina el sábado cuando se mata o se quema a Judas, un muñeco de paja vestido con ropa occidental, representando al chabochi, mestizo, o sea, el hombre blanco, que para ellos es sinónimo o encarnación de lo malo, de la maldad, del diablo, de lo que destruye a los rarámuris, y por eso hay que quemarlo.
Al quemarlo, muere el chabochi que puede poseer al tarahumara, porque cuando un rarámuri adquiere las costumbres del hombre blanco, del mestizo, entonces el tarahumara muere.
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